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En cada rincón se respira historia, en cada pasillo se asoma una sombra… desde sus butacas aun parece escucharse el grito de Picoro anunciando la llegada de aquellos monstruos que edificaron la época de oro de la lucha libre mexicana en un lugar que, hoy más que nunca, vale su peso en oro. El Coliseo de México está de pie, alistando sus mejores galas para festejar 70 años de vida, siete décadas de dar sentido a la calle de Perú 77.
Salvador Lutteroth (derecha) supervisa la construcción del inmueble de La Lagunilla
Habían pasado diez años del nacimiento de la Empresa Mexicana de Lucha Libre y este deporte lucia sano, en pleno desarrollo, sus aficionados crecían aceleradamente y la edificación de un escenario digno del México moderno era impostergable, por lo que Salvador Lutteroth decidió emprender la aventura de construir la Arena Coliseo en lo que fue un corralón. Los trabajaos iniciaron y poco a poco la idea tomó forma. Utilizando lo más avanzado de la época, el gigante de acero y concreto abrió sus puertas el 02 de abril de 1943.
“Lutteroth verá realizado el sueño dorado de su vida de promotor. El local que ha construido es un verdadero orgullo para el México deportivo y con justa razón podremos pregonar que el `Coliseo´ es la mejor arena bajo techado que existe en América Latina”, se leía la fecha de la inauguración en los periódicos matutinos.
Y así fue, en punto de las 6:30 de la tarde se presentaron todos, el Arzobispo de México Luis M. Martínez dio la bendición; el Regente de la Ciudad, Javier Rojo Gómez, atestiguó el acto junto al presidente de la Asociación de Nacional de Lucha de Estados Unidos, Harry Landry, Salvador Lutteroth y miles de
personas que ocuparon por primera vez las butacas del futurista escenario en forma de embudo.
Originalmente se ofrecería una lucha de Campeonato Mundial de Peso Completo entre el monarca Bill Longsan y el mexicano Juan Humberto, pero éste último no pudo salir de Estado Unidos, donde radicaba. Entonces la historia se escribió, pues dos de las máximas figuras de todos los tiempos se enfrentarían en una lucha titular, Santo vs Tarzán López.
“Si perdiera el cetro ahora me retiraría de la lucha libre”, escribió en un diario de circulación nacional Tarzán López, mientras que el Santo expresaba: “A pesar del público y de Tarzán voy a ser Campeón del mundo”. Pero el “Enmascarado de Plata” se tragó sus palabras, fue la noche más negra de su vida, pues en dos caídas al hilo perdería la lucha y su estatus de leyenda siempre lucirá esa abolladura al ego.
Aquella fue una función memorable, con localidades de 3.00 y 2.00 pesos, el Coliseo de México lució hasta las lámparas. El primero en ser ovacionado por la multitud fue el profesor Raúl Romero, quien derrotó al canadiense Sam Carbin. A ellos les siguieron monstruos como Dientes Hernández, Chamaco Castro, Bobby Bonales, Lobo Negro, Firpo Segura, Gorila Macías, Jesús Anaya, Joe Grant, Cowboy Murphy, Jack O´Brien, Bobby Arreola y Black Guzmán, protagonistas de las ocho luchas que se presentaron.
Aquel 1943 fue el año en que se publicó por primera vez El Principito, la Segunda Guerra Mundial estaba en su apogeo, nacieron los cantantes Joan Manuel Serrat y Luis Eduardo Aute en España y en México Enrique Guzmán y el destacado químico Mario Molina; se fundó el IMSS, fue inaugurado el Hipódromo de las Américas, el volcán Paricutin estremecía a todo el país con su nacimiento y Pedro Infante estrenaba las películas “Viva mi Desgracia”, “Cuando Habla el Corazón”, “El Ametralladora”, “Mexicanos al Grito de Guerra” y “Vivan la Mujeres”, pero nada de eso parecía existir el 02 de abril, lo único que importaba era que “El Coliseo” estaba de pie… y lo sigue estando.
Foto Colección Christian Cymet, Record,
Fuente: Miguel Reducindo/Gonzalo Lopez
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